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Mostrando entradas de julio, 2012

Sed

Labios desiertos puestos al sol deseosos de la saliva que hidrata falta de lluvia en las carnosidades necesitados de un torrente que los lave

En viernes

Quiero hacer el amor en viernes como lo hacen los oficinistas, los infieles, las esposas abandonadas de los ricos empresarios que siempre tienen juntas imprevistas. Encerrarme en un hotel lujoso con vista a ningún lado y todos los servicios incluidos. Desearte tanto como el fin de semana. Llenar mis ansias de tus cansados oficios, facturas, capturas, pendientes. Los viernes se llenan de pasión y deseo de un lunes extenuante por un fin de semana inacabable e insuficiente y así con esa dicotomía, habría que mencionarlo, absurdo. Que nuestra pasión sea tan aburrida como un martes sin pendientes, un miércoles de mediados y un jueves de todo urge. Ese viernes llegar al lecho desecha de cansancio pero rehecha de pasión, de arrebato, de ganas de perderme en tus embestidas y de que tu te ahogues en mis humedades. Quitarnos el uniforme de diario y meternos en esa desnudes que da el anonimato de una habitación obscura que no nos devuelve ni nuestras miradas, ni frases absurdamente cari

Etéreo

Hoy me invade la tristeza porque ya no estás conmigo. Qué curioso, nunca estuviste conmigo. Supe tu historia, compartimos un segundo, vivimos un instante y nos hicimos amigos para toda la vida, la tuya, la que se escapó en un descuido. ¿Quién eras, cuál era tu principio y tu fin? Pequeños fragmentos de esa triste historia que compartiste conmigo, lejana virtual que esa noche, rompió su silencio y quiso saber quién eras. Es curioso. No compartimos más en la vida. Tus conciertos, los bailes, las fotos de esa tu esposa que tras el desencanto de la maternidad frustrada se alejó de ti dejándote más solo con esa doble soledad de la pérdida gemela. Hace dos meses, dijiste, mi primogénito quedó en mis brazos. Hace un mes descubro, que nuestra historia que nunca se escribió ha terminado. Apenas y te conocí un instante, y me sigues doliendo como cuando se lee una noticia en el diario. Distante, impersonal, pero tristemente cierta.

Lady

No soy una dama y nunca he pretendido serlo. Mis ropas son sencillas tirando a la comodidad. Mis modales relajados no impresionan por lo sofisticados. Este caminar seguro no se torna para nada altivo pero no por ello miro al piso dudando. No quiero ser inútil, mis dones son muchos. Capaz y pensante, cuestionadora incansable. Expreso mis ideas y cuando es necesario, me repliego en estos pensamientos que nada tienen de social y mucho menos de glamorosos. Lo mío no es el labial de moda, el corsé apretado, la media perfecta y los zapatos a la moda. No voy desenvuelta por la vida pensando que todo lo merezco o que nadie me merece, por el contrario, camino observando y criticando férreamente al que a empujones se impone y aplaudiendo los actos que me asombran y son asombrosas las personas que saben que no soy una dama. No sé qué es comportarse como una dama. No creo necesitarlo. Porque así transcurro la vida sin sobresaltos o sacrificios porque “la belleza cuesta”, “si quieres algo q