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Mostrando entradas de noviembre, 2008

Sólo por hoy

Hoy descubro que no te amo. Que pese a las caricias que tan intensamente te regalé anoche, no pretendo que estas sean para demostrarte amor sino simplemente porque el roce de tu piel llena mis manos de vibraciones. Tampoco fueron de amor los cientos de besos que fui regando uno a uno en tu cara, en tu cuello, en todo tu cuerpo, porque con cada beso sólo quise acariciar esos puntos de ti que no son míos, que se que nunca serán míos pero que saboreo y disfruto y degusto. Te degusto. Las muchas veces que te llevé a los cielos tampoco son acometidas de amor, acaso de pasión desenfrenada que siento y sientes cuando estamos juntos, cuando me penetras, cuando te poseo. En este intercambio de fluidos, en este rozar y frotar, humedecer y explotar sólo encuentro la muestra de que cada uno de nosotros estamos vivos y sentimos y nos entregamos y nos excitamos, pero nada más. La calma que siguió a la entrega no puede ser amorosa, no es muestra de unión, de comunión y mucho menos de esto que es nues

La historia de nosotros.

Nosotros éramos un binomio casi perfecto que se adivinaba y se complementaba en todos los aspectos de nuestra vida. Nosotros sentíamos casi al unísono lo que a cada uno le pasaba por el cuerpo. Nosotros vivíamos nuestras individualidades de la mejor de las maneras, siendo nosotros cuando estábamos juntos y siendo uno cuando no lo hacíamos pero pensando, viviendo, adoptando y considerando al otro. Por supuesto, nuestras decisiones siempre eran consensuadas, discutidas, dialogadas y acordadas, eran nuestras ideas las que imperaban y no por imposición, sino por acuerdo. Nosotros hacíamos el amor como nadie lo había hecho, siendo uno mismo y dando a manos llenas al otro lo que necesitaba y eso nos hacía ser mas nosotros haciendo el amor que nosotros amando. Nosotros amábamos como habíamos aprendido a hacerlo estando juntos, llenándonos del otro, agradándonos, consintiéndonos, teniendo detalles de esos que son tan mínimos que nos hacían felices. Pero un día todo cambio, nosotros dejamos de

Donde habita el olvido

El cuerpo encorvado no le dejaba moverse con la agilidad de hacía ya muchos, muchísimos años tenía, y si a eso le aunaba el peso de la profunda tristeza que cargaba, la loza en el lomo era insostenible.Con toda la delicadeza fue metiendo una a una sus pertenencias que en años pasados habían sido su uniforme de trabajo, su traje de gala, su disfraz de batalla. El hermoso esmoquin impecable, el enorme colguije que siempre llevaba al cuello, el tarro de gel (ahora usaba gel), para tener el cabello impecable. Uno a uno fue colocando los objetos en su vieja valija de viaje que huelga decirlo, también era muy antigua. De repente, cuando los recuerdos lo volvieron a atormentar no pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas. Había aceptado con resignación muchos cambios en su vida, el ya no poder dormir de día por el terrible ruido que le llegaba de las calles, el ya no poder comer sus deliciosos manjares porque ya todo, todo tenía colesterol, azúcar en exceso, triglicéridos al por mayor. Ahora