Ir al contenido principal

La historia de nosotros.

Nosotros éramos un binomio casi perfecto que se adivinaba y se complementaba en todos los aspectos de nuestra vida.
Nosotros sentíamos casi al unísono lo que a cada uno le pasaba por el cuerpo.
Nosotros vivíamos nuestras individualidades de la mejor de las maneras, siendo nosotros cuando estábamos juntos y siendo uno cuando no lo hacíamos pero pensando, viviendo, adoptando y considerando al otro.
Por supuesto, nuestras decisiones siempre eran consensuadas, discutidas, dialogadas y acordadas, eran nuestras ideas las que imperaban y no por imposición, sino por acuerdo.
Nosotros hacíamos el amor como nadie lo había hecho, siendo uno mismo y dando a manos llenas al otro lo que necesitaba y eso nos hacía ser mas nosotros haciendo el amor que nosotros amando.
Nosotros amábamos como habíamos aprendido a hacerlo estando juntos, llenándonos del otro, agradándonos, consintiéndonos, teniendo detalles de esos que son tan mínimos que nos hacían felices.

Pero un día todo cambio, nosotros dejamos de mirarnos a los ojos y nuestras palabras ya no tuvieron eco.

Mi voz dejó de tener réplica.

Tu mirada dejó de encontrarme y descubrirme.

Dejaste de habitar en mi espacio vital.

Dejé de adivinar tus necesidades más primitivas.

Y poco a poco fui siendo yo misma de nuevo y en este desligarme y en este abandonarme y en este perderme, me di cuenta que volví a ser yo, sin ti.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Me gustan los hombres de bigote.

He llegado a la conclusión de que me gustan los hombres de bigote. Creo que un buen mostacho tiene mucho qué ofrecer en una relación. Hay bigotes anchos, otros delgados, pero todos hacen cosquillas al besar, segunda cosa que me encanta (los besos por supuesto). Los bigotes niños apenas y despuntan, pero le dan cierto aire de madures al portador, los anchos y obscuros, me hacen pensar en un hombre serio, muy formal, los delgados me evocan, no se por qué, la imagen de un Don Juan empedernido, será porque Pedro Infante casi siempre portaba bigote escaso. ¿Pero qué es lo interesante de un bigote además del marco que le da al rostro del portador? Como ya lo dije, de principio el beso, que se vuelve toda una experiencia erótica cuando va unido a un buen bigote, las sensaciones tan intensas que puede tener la piel cuando ese mismo bigote recorre con besos pequeños toda la anatomía, el sentir un suave rose en cualquier parte del cuerpo con esa escobetilla puede incluso ser el pase al cielo. El

Carta apócrifa, que no espuria de Pedro Armendaris a Natalia la primera

Mi muy amada Natalita: Discúlpeme lo tarde en que le doy respuesta a su último mensaje. No tengo una razón lo suficientemente de peso para no haberme aplicado a la tarea de darle respuesta pronta porque bien sabe que el saber de usted me mueve a querer correr a su lado y no nada más a dedicarle unas cuantas letras. También no le puedo mentir, me conoce hombre de ocupaciones absorbentes y el ser figura pública me hace desentenderme de mis otras actividades privadas que usted tan bien conoce. Pero me sabe ferviente admirador que soy de usted y de su persona y el tiempo se me hace eterno para poder sentarme y escribirle como usted se merece, con el corazón en la mano. Porque de todos los habitantes del planeta sólo usted Natalita me conoce en el fondo y sabe de mis quebrantos, de este aferrarme a querer ocultar lo emocional que a veces me torno y que el personaje dista mucho del hombre sensible que soy en realidad. Y así como me oculto sensible, también tengo que ocultar este amor t

¿Jugamos a las muñecas?

Desde niña me gustaron las muñecas. No se qué extraña sensación protectora despertaban en mi que me hacían sentir la dueña de la situación y la que ponía las reglas cuando con ellas jugaba a la casita, a tomar el té o a bañarlas y cambiarlas. Las muñecas siempre fueron mi pasión y mi padre la alentaba regalándome una diferente, la más moderna, la más sofisticada o la más antigua en cada uno de mis cumpleaños hasta que llegué a los diez. A partir de ese año, ni las muñecas nuevas ni mi padre volvieron a aparecer en mi vida porque decidió dejarnos. A raíz de eso mi madre se volvió visible porque antes sólo era la que mantenía la casa limpia, la que me bañaba y arropaba por las noches y la que siempre estaba ahí como testigo silencioso de mis juegos. Nunca abrió la boca para decirme si me quería o no. Del silencio pasó al abandono. Comenzó con un trago a media tarde para poder relajarse y conciliar el suelo, después uno en las mañanas para afrontar el duro trabajo de costurera que había t