Nosotros éramos un binomio casi perfecto que se adivinaba y se complementaba en todos los aspectos de nuestra vida.
Nosotros sentíamos casi al unísono lo que a cada uno le pasaba por el cuerpo.
Nosotros vivíamos nuestras individualidades de la mejor de las maneras, siendo nosotros cuando estábamos juntos y siendo uno cuando no lo hacíamos pero pensando, viviendo, adoptando y considerando al otro.
Por supuesto, nuestras decisiones siempre eran consensuadas, discutidas, dialogadas y acordadas, eran nuestras ideas las que imperaban y no por imposición, sino por acuerdo.
Nosotros hacíamos el amor como nadie lo había hecho, siendo uno mismo y dando a manos llenas al otro lo que necesitaba y eso nos hacía ser mas nosotros haciendo el amor que nosotros amando.
Nosotros amábamos como habíamos aprendido a hacerlo estando juntos, llenándonos del otro, agradándonos, consintiéndonos, teniendo detalles de esos que son tan mínimos que nos hacían felices.
Pero un día todo cambio, nosotros dejamos de mirarnos a los ojos y nuestras palabras ya no tuvieron eco.
Mi voz dejó de tener réplica.
Tu mirada dejó de encontrarme y descubrirme.
Dejaste de habitar en mi espacio vital.
Dejé de adivinar tus necesidades más primitivas.
Y poco a poco fui siendo yo misma de nuevo y en este desligarme y en este abandonarme y en este perderme, me di cuenta que volví a ser yo, sin ti.
Nosotros sentíamos casi al unísono lo que a cada uno le pasaba por el cuerpo.
Nosotros vivíamos nuestras individualidades de la mejor de las maneras, siendo nosotros cuando estábamos juntos y siendo uno cuando no lo hacíamos pero pensando, viviendo, adoptando y considerando al otro.
Por supuesto, nuestras decisiones siempre eran consensuadas, discutidas, dialogadas y acordadas, eran nuestras ideas las que imperaban y no por imposición, sino por acuerdo.
Nosotros hacíamos el amor como nadie lo había hecho, siendo uno mismo y dando a manos llenas al otro lo que necesitaba y eso nos hacía ser mas nosotros haciendo el amor que nosotros amando.
Nosotros amábamos como habíamos aprendido a hacerlo estando juntos, llenándonos del otro, agradándonos, consintiéndonos, teniendo detalles de esos que son tan mínimos que nos hacían felices.
Pero un día todo cambio, nosotros dejamos de mirarnos a los ojos y nuestras palabras ya no tuvieron eco.
Mi voz dejó de tener réplica.
Tu mirada dejó de encontrarme y descubrirme.
Dejaste de habitar en mi espacio vital.
Dejé de adivinar tus necesidades más primitivas.
Y poco a poco fui siendo yo misma de nuevo y en este desligarme y en este abandonarme y en este perderme, me di cuenta que volví a ser yo, sin ti.
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