Tu palabra nunca ha sido mía porque es compartida, tirada al viento sin miramientos, a manos llenas. No soy tu esa porque esa es cualquiera, la que nombras, la que calificas, la cualquiera que es una misma y son todas. Las palabras que discursas se vuelven de uso común y cotidiano. ¿Y cómo no serlo? Si somos simplemente de uso común y cotidiano, objetos sin identidad y sin sentido para quien el sentido se ha perdido y el amor es una vieja historia que siempre se repite en el primer acercamiento. Al final así es la vida, palabras vacías que no significan nada y que nunca significaron más que el discurso del ilusionista que sin miramientos, convence a los incautos de que la magia de sus productos los sacarán del anonimato, los harán felices, les quitarán los males. Palabras dichas para quien cree que son un vínculo, un código secreto, la magia de ser la única. Simple conjunción de letras sin sentido que al final, para él para el que las dice, simplemente no significan nada.