Su cara reflejaba toda la tristeza y desesperanza que había acumulado en ese cansado cuerpo a lo largo del día, ese cansancio y esa tristeza lo orillaron a tomar tan drástica decisión. Entró a la casa y con el poco aliento que le quedaba le soltó la propuesta a su esposa, más como una orden que como un tema a discutir. -¡Ya no podemos seguir aquí, NOS VAMOS!- Los ojos de ella se rasaron, su cuerpo perdió el escaso peso que le quedaba y poco a poco cayó sentada sobre el viejo catre que rechinó tan lastimeramente como la mirada de ambos. -¿Estás seguro? ¡Yo no se si llegue!- -¿Y ya qué perdemos? Yo prefiero morir en el intento que quedarme aquí sentado esperando la muerte, pero sabes que te quiero y no me quiero ir solo, no podría hacerlo. ¡Ya lo hemos intentado todo!- Y era más que la verdad. Sólo Dios sabía cuanto habían hecho por salir adelante de esa terrible pobreza; las grandes y pequeñas empresas que habían emprendido para tener un pan que llevarse a la boca. Ya nada los ataba a e...
Mis historias de todo y de nada