Hoy amanecí con amnesia. Recuerdo que soñaba algo que me emocionaba mucho, pero al despertar olvidé qué era, con quién era, qué me hacía sentir ese alguien que ya no recordaba.
Como todos los domingos, me levanté tarde y sin ganas, pero
con hambre, así es que junto al primer café matutino y bien arropada, me senté
a leer el libro en turno. No entiendo cómo puede la gente leer varios libros en
turno, sería como cambiarle a la televisión sin parar y sin ganas de ver
realmente nada, pero el café y el libro, ese mi libro en turno también se
volvió inquietante.
Cuando el hambre comenzó a hacer ruidos en mi estómago, el
libro abierto y el café frío hicieron una imagen que removió algo en mi
interior que no entendí en un principio, pero ahí estaba, asechando como virus
latente en alguna parte de mi cuerpo.
Los domingos no me baño, ya tengo mucho tiempo de no hacerlo,
pero otra vez mi memoria y esos recuerdos que no encuentro y me canso de buscar
sin suerte me dicen que es por algo importante, y si no importante, al menos
algo que afectaba mi dinámica de:
·
Levantarme tarde;
·
Leer y tomar café;
·
Desayunar con mucho apetito y a medio día y;
·
No bañarme.
¿Pero qué es? Ese sueño olvidado, ese recuerdo que nunca
tuve con, con…
Las horcajadas me hicieron correr al baño, esa sensación de
algo que sube desde el estómago hasta la garganta inconfundible. Miré el lavabo
y eran una especie de hojas amarillas las que caían sin reparo desde mi boca.
Me sentí confundida, sorprendida por ese no vómito de
pequeños pétalos amarillos que seguían saliendo sin reparo de mi boca.
Terminada la náusea, me atreví a revisar eso tan extraño que
me había salido desde mis intestinos y mi sorpresa fue mayúscula, ya que lo que
encontré fueron mariposas… ¡MARIPOSAS! ¿Mariposas?
Sí, alas de mariposas que salieron desde mi estómago y se
revolvieron con saliva, con los restos de mi desayuno y el golpe de recuerdo
fue tan contundente que tuve que sentarme ahí, en el piso frío del baño para
recuperar el aliento.
Sí, éramos uno y soñábamos lo mismo sin importar el tiempo,
nos adivinábamos en gustos y aficiones, leíamos a veces a la par, a veces uno a
uno. Nuestras series eran NUESTRAS SERIES FAVORITAS, y así las mariposas
habitaban mi estómago previas a esos maravillosos fines de semana que remataban
en un domingo de levantarnos tarde, de reponer al cuerpo exhausto por la
batalla amorosa, a no bañarnos porque el encuentro cuerpo a cuerpo seguía, y
seguía, y seguía.
Vomité mariposas, esas que se acumulaban en mi estómago cada
que sabía que estabas por llegar, pero hoy, justo cuando todas salieron de mis
entrañas, recuerdo que no recuerdo ya ni tu nombre.
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