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Amor de padre

Parada en medio del andador, observa hacia ese punto en donde él se perdió de vista.
Los que van y los que vienen, de uno y otro costado, arremeten contra su cuerpo sin compasión, porque al fin y al cabo, ella está estorbando.

¿Pero quién va y quién viene? Si ella no tiene ningún destino, desandar el camino no es ir, ni andar los pasos de él tampoco es regresar.

Sus ojos están secos, su corazón tranquilo y relajado no tiene sobresaltos ni reacciones a los golpes cada vez más frecuentes de la turba que arremete en contra de ese cuerpo sin sentido.

Por fin, después de muchas horas, ella reacciona pero no sabe qué hacer.

Su padre la ha olvidado en medio de esa calle transitada y ella, perdida en esa muchedumbre, sabe que ahí es en donde comienza la historia de su vida, de la vida que es propia y que nadie más se va a tomar el derecho a escribir.

Su última mirada es hacia la sombra de ese hombre que fue su padre y que haciendo el último acto heroico en su vida, le obsequió sus alas aun sabiendo que eso a él le partía el corazón.

Una sonrisa iluminó el rostro de la joven y ya no caminó hacia el frente o hacia atrás, se perdió por entre las calles sin sentido pero asombrada de cada nuevo descubrimiento.

Era dolorosamente libre y estaba felizmente perdida.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
:) Me gustó... con mis ojitos enturbiados por las lagrimillas y el corazón estresado por la empatía, te dejo un abrazo fraterno.
¿Quién más sino: La Maga?

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