Mirándolo a los ojos, a esa turbia mirada perdida le escupió la frase como un grito.
¡YO SOY UNA BUENA MUJER!
Él, indiferente desde la lejanía, sólo era el receptor del discurso.
Siempre fui una buena mujer y lo sabes. Soporté tus infidelidades, me hice la ciega. Nunca te contesté cuando aniquilabas mis argumentos con una simple y sencilla frase: "No seas tonta, eso es una estupidez", y me creí estúpida y con tus argumentos siempre tenías la razón.
Te lavé la ropa con cariño; guisé tus platillos favoritos con amor; te esperaba impaciente y con desvelo todas aquellas noches que fingías tener mucho trabajo.
Y yo, buena mujer al fin, nunca te reclamé nada.
Primero fue un bofetón, que acepté porque me prometiste que había sido sin querer. Después siguieron los pellizcos, los manotazos,continuaron las patadas y terminaste arrojándome objetos pesados. Pero yo era una buena mujer, sabía que todo era mi culpa, que a final de cuentas te había escogido y que así debería de ser.
Hoy sigo siendo buena. Avisé a todos que te ibas de viaje, que me habías advertido que ella era mejor que yo, más joven, más divertida, más buena.
Mi rostro golpeado se aunó a mis gestos de infinita tristeza y todos me consolaban y me animaban a no pensar en ti y se desvivían en atenciones que siempre remataban con: ¡Ah, pero qué buena mujer eres!
No fue difícil emborracharte, tampoco engañarte, mucho menos...
La casa quedó completamente radiante, llena de luz y de vida acorde con mi bondad.
Hoy nadie extraña tu ausencia. Incluso unos dicen que te fuiste de bracero, que con la que ahora vives anda tan golpeada como yo y me pregunto. ¿Cómo lo saben si nunca la conocieron?
Pero yo sigo siendo una buena mujer, tan buena y tan bondadosa, que te he perdonado, que ya no siento rencor por todas tus ofensas y golpes, por tus menosprecios y vejaciones.
Soy tan buena, tan buena, pero tan buena, que siempre que abro el congelador, te lo repito en tu cara, te lo digo y te lo escupo y tu sólo atinas a no mirarme.
Soy buena, incluso para volverme mala y perversa.
¡YO SOY UNA BUENA MUJER!
Él, indiferente desde la lejanía, sólo era el receptor del discurso.
Siempre fui una buena mujer y lo sabes. Soporté tus infidelidades, me hice la ciega. Nunca te contesté cuando aniquilabas mis argumentos con una simple y sencilla frase: "No seas tonta, eso es una estupidez", y me creí estúpida y con tus argumentos siempre tenías la razón.
Te lavé la ropa con cariño; guisé tus platillos favoritos con amor; te esperaba impaciente y con desvelo todas aquellas noches que fingías tener mucho trabajo.
Y yo, buena mujer al fin, nunca te reclamé nada.
Primero fue un bofetón, que acepté porque me prometiste que había sido sin querer. Después siguieron los pellizcos, los manotazos,continuaron las patadas y terminaste arrojándome objetos pesados. Pero yo era una buena mujer, sabía que todo era mi culpa, que a final de cuentas te había escogido y que así debería de ser.
Hoy sigo siendo buena. Avisé a todos que te ibas de viaje, que me habías advertido que ella era mejor que yo, más joven, más divertida, más buena.
Mi rostro golpeado se aunó a mis gestos de infinita tristeza y todos me consolaban y me animaban a no pensar en ti y se desvivían en atenciones que siempre remataban con: ¡Ah, pero qué buena mujer eres!
No fue difícil emborracharte, tampoco engañarte, mucho menos...
La casa quedó completamente radiante, llena de luz y de vida acorde con mi bondad.
Hoy nadie extraña tu ausencia. Incluso unos dicen que te fuiste de bracero, que con la que ahora vives anda tan golpeada como yo y me pregunto. ¿Cómo lo saben si nunca la conocieron?
Pero yo sigo siendo una buena mujer, tan buena y tan bondadosa, que te he perdonado, que ya no siento rencor por todas tus ofensas y golpes, por tus menosprecios y vejaciones.
Soy tan buena, tan buena, pero tan buena, que siempre que abro el congelador, te lo repito en tu cara, te lo digo y te lo escupo y tu sólo atinas a no mirarme.
Soy buena, incluso para volverme mala y perversa.
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