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Ciega, sorda, muda.

¿Por qué tu, por qué no él, por qué no todos? Absurda sensación de caer al vacío sin freno y sin sentir. Así, caer, caer, caer.

Todo es una farsa en donde no estoy en el centro, soy simple pieza movible que transcurre ahora aquí, ahora allá, nunca inerte.

Necesidad natural de interacción, ganas de actuar codo a codo del cercano. Y en esta cercanía ¿qué tan cercano?

Soy y dejo de ser. Me entrego y me alejo. La permanencia de los recuerdos es directamente proporcional a la intensidad de los afectos que se crearon de manera inconsciente por alguien que creía mi igual o mi contrario, o mi máximo o mi mínimo.

Hoy es el final de un principio de algo que nunca existió. O es el principio del final de algo que nunca había podido ser. E incluso como tercera opción, es la continuación de la necesidad y la necedad de demostrar, pese al paso del tiempo, que los todavía aun existen y no han cambiado. Al final quedo como siempre en medio de un torbellino que me lleva de un sentimiento a otro, de una alegría absoluta a otra tristeza profunda.

Unos ojos miran hacia otro lado pero están presentes en este que ya no es mi presente. La otra mirada me mira embelesado pero descubre y le explico, le cuento y se da cuenta, que no soy la octava maravilla, ni tan buena, ni tan linda, ni tan lista.

Aquí y ahora, ya no se nada.

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