Una vez más me relatas con lujo de detalles tu última conquista sexual.
La chica, una recién adulta estrenando identificación oficial, quedó prendida, según tu, de tus encantos de hombre ejecutivo, sonrisa estudiada, cuerpo bien cuidado.
Y qué importa que seas casado, y qué importa que no sea la primera, mucho menos relevante es que después del primer encuentro habrá muchos más acomodados a tus horarios, a tus días de disponibilidad, a la manera en que vas acomodando las horas, los días, los tiempos libres y las horas muertas.
Veo en tu mirada las ganas que tienes de soltarme la invitación, y no resisto el pensar de ti ¡pobre!
Descubres en mi mirada la falta de ganas de disfrutar de ese tu cuerpo, de disfrutarte, y piensas muy para tus adentros ¡pobre!
Nos despedimos con una sonrisa burlona dibujada en los labios de ambos. Tu no sabes que tu nueva conquista ya me contó indiscretamente la aventura amorosa que vivieron la noche anterior, y que con una mueca de desgano sólo atinó a comentar -Le falta mucho, no sabe hacerlo.
Y tu satisfecho, sólo atinas a pensar alejándote. –¿Por qué seré tan bueno en la cama?
Dos visiones de un mismo acontecimiento que sólo me dan una respuesta. En la cama, unos hacen el amor, otros sólo practican un deporte olímpico queriendo ganar puntos sin importar a quién, cómo o de qué manera se entregan.
¡Lástima!
Y también lastima.
La chica, una recién adulta estrenando identificación oficial, quedó prendida, según tu, de tus encantos de hombre ejecutivo, sonrisa estudiada, cuerpo bien cuidado.
Y qué importa que seas casado, y qué importa que no sea la primera, mucho menos relevante es que después del primer encuentro habrá muchos más acomodados a tus horarios, a tus días de disponibilidad, a la manera en que vas acomodando las horas, los días, los tiempos libres y las horas muertas.
Veo en tu mirada las ganas que tienes de soltarme la invitación, y no resisto el pensar de ti ¡pobre!
Descubres en mi mirada la falta de ganas de disfrutar de ese tu cuerpo, de disfrutarte, y piensas muy para tus adentros ¡pobre!
Nos despedimos con una sonrisa burlona dibujada en los labios de ambos. Tu no sabes que tu nueva conquista ya me contó indiscretamente la aventura amorosa que vivieron la noche anterior, y que con una mueca de desgano sólo atinó a comentar -Le falta mucho, no sabe hacerlo.
Y tu satisfecho, sólo atinas a pensar alejándote. –¿Por qué seré tan bueno en la cama?
Dos visiones de un mismo acontecimiento que sólo me dan una respuesta. En la cama, unos hacen el amor, otros sólo practican un deporte olímpico queriendo ganar puntos sin importar a quién, cómo o de qué manera se entregan.
¡Lástima!
Y también lastima.
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