Habían pasado un fin de semana delicioso de esos que hacen época.
Enclaustrados en esas cuatro paredes apenas descansando para comer en ocasiones, otras para dormir un poco pero las más la pasión hacía presa de ellos a lo largo del día.
Ella lo amaba, él aparentaba hacerlo, pero entre la entrega y las ganas sus encuentros siempre eran así, increíblemente desgastantes.
Salieron del lugar y caminaron del brazo, ella radiante, él gallardo. Las miradas curiosas los observaban porque de ambos emanaba un brillo poco usual pero atrayente.
Cada uno tomó su transporte y a medio trayecto ella recibió la llamada.
Acababa de llegar en viaje de negocios y era preciso verla en ese momento porque ya no tendría otro tiempo libre.
¿Qué hacer, cómo engañar-se-lo-nos?
Un resorte se movió dentro de ella y no supo si fue la curiosidad, el querer comparar o un simplemente terminar felizmente ese fin de semana que todavía tenía algunas horas para concluir definitivamente.
Se arrojó en los brazos del amante renovando bríos y sin ningún pensamiento se entregó como si hiciera tiempo que no lo hacía.
Ese lunes llegó madreada, cansada y ojerosa a la oficina, pero una sonrisa de satisfacción la hacían verse radiante y bella.
Era feliz.
Enclaustrados en esas cuatro paredes apenas descansando para comer en ocasiones, otras para dormir un poco pero las más la pasión hacía presa de ellos a lo largo del día.
Ella lo amaba, él aparentaba hacerlo, pero entre la entrega y las ganas sus encuentros siempre eran así, increíblemente desgastantes.
Salieron del lugar y caminaron del brazo, ella radiante, él gallardo. Las miradas curiosas los observaban porque de ambos emanaba un brillo poco usual pero atrayente.
Cada uno tomó su transporte y a medio trayecto ella recibió la llamada.
Acababa de llegar en viaje de negocios y era preciso verla en ese momento porque ya no tendría otro tiempo libre.
¿Qué hacer, cómo engañar-se-lo-nos?
Un resorte se movió dentro de ella y no supo si fue la curiosidad, el querer comparar o un simplemente terminar felizmente ese fin de semana que todavía tenía algunas horas para concluir definitivamente.
Se arrojó en los brazos del amante renovando bríos y sin ningún pensamiento se entregó como si hiciera tiempo que no lo hacía.
Ese lunes llegó madreada, cansada y ojerosa a la oficina, pero una sonrisa de satisfacción la hacían verse radiante y bella.
Era feliz.
Comentarios
besitos y buena semana
te dejo la url nueva pa'que cambies la viejita
http://elychazul.blogspot.com