El amor nos torna ciegos y nos llena de deseos, aparece disfrazado de completud y poco a poco nos va quitando vida, libertad, existencia.
El desamor nos pone absurdos, tristes y desvalidos, sufrimos por lo que tenemos, esa hermosa libertad de acción, pero no la disfrutamos, la sufrimos.
La tristeza se instala en los huesos, nos va quitando visión, se instala en nuestra cama y ahí nos tiene atenazados. Nos cuesta trabajo respirarnos.
Todos estos estados son por falta de caricia, de rozar otras historias, de saber de otras soledades.
Y por fin encontramos a la eterna amante, a quien nos saca de todos estos sinsentidos, de estas banalidades que nada nos dejan y mucho nos cuestan en dinero, en atenciones, en entregarse.
La soledad es el estado más satisfactorio del ser humano, siempre y cuando se sepa disfrutar.
El desamor nos pone absurdos, tristes y desvalidos, sufrimos por lo que tenemos, esa hermosa libertad de acción, pero no la disfrutamos, la sufrimos.
La tristeza se instala en los huesos, nos va quitando visión, se instala en nuestra cama y ahí nos tiene atenazados. Nos cuesta trabajo respirarnos.
Todos estos estados son por falta de caricia, de rozar otras historias, de saber de otras soledades.
Y por fin encontramos a la eterna amante, a quien nos saca de todos estos sinsentidos, de estas banalidades que nada nos dejan y mucho nos cuestan en dinero, en atenciones, en entregarse.
La soledad es el estado más satisfactorio del ser humano, siempre y cuando se sepa disfrutar.
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