-Y entonces ¿Quiéres ser mi novia?
-Necesito pensarlo.
-Pero ¿Cuánto tiempo?
-Lo que dure un beso
Se besaron con esa ternura que envuelve al primer beso que siempre está lleno de mariposas en el estómago. Los labios apenas y se rozaron y el sudor de las manos los invadía a ambos.
El preguntó –¿Y ahora?
-Ya somos novios.
Y siguieron besándose, ahora sí, con más pasión que ternura.
Ella a sus sesenta y ocho primaveras, el a sus escasos sesenta y tres años rompieron esquemas, se quitaron convencionalismos sociales y decidieron amarse como hacía mucho ya nadie lo hacía, con el amor por el amor mismo que sentía uno por el otro.
¿El sexo? Ya tendría tiempo para ello.
-Necesito pensarlo.
-Pero ¿Cuánto tiempo?
-Lo que dure un beso
Se besaron con esa ternura que envuelve al primer beso que siempre está lleno de mariposas en el estómago. Los labios apenas y se rozaron y el sudor de las manos los invadía a ambos.
El preguntó –¿Y ahora?
-Ya somos novios.
Y siguieron besándose, ahora sí, con más pasión que ternura.
Ella a sus sesenta y ocho primaveras, el a sus escasos sesenta y tres años rompieron esquemas, se quitaron convencionalismos sociales y decidieron amarse como hacía mucho ya nadie lo hacía, con el amor por el amor mismo que sentía uno por el otro.
¿El sexo? Ya tendría tiempo para ello.
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