Y así, poco a poco, fui descubriendo el cuerpo, entregando intimidades, relatando fantasías, y sin más, él sólo observó, se sintió satisfecho y sin decir palabras se alejó dando la espalda...
Hoy me estrené como tabledancera y ni la ficha me pagaron... CHALE!!!!!!
Y lo peor del caso no fue la falta de paga, sino toda la buena fe que le puse al asunto de seguir siendo yo misma pero al desnudo y con estrías. Porque lo más terrible del desnudo no es ese que nos mira con ojos de lujuria, sino esa que no nos mira pero que nos critica todo el tiempo la lonja acumulada, las carnes blandas, los alones caídos, lo imperfecto de las piernas y la protuberante panza que a ese otro no le importa. Ella es la más terrible crítica y lo que es peor, es nuestra pobre visión de uno mismo, la famosa autoestima.
Porque lo de menos es ser imperfecta, el problema es creerlo y creer que importa serlo o dejarlo de ser. Pero más terrible es aun exponer las imperfecciones y que el otro tenga tan poca delicadeza que ni siquiera explote en carcajadas por la ridiculez, o que salga corriendo horrorizado por la fealdad, sino que simplemente y con rostro indiferente ignore la ofrenda y se vaya así, sin ninguna explicación.
Hoy me estrené como tabledancera y ni la ficha me pagaron... CHALE!!!!!!
Y lo peor del caso no fue la falta de paga, sino toda la buena fe que le puse al asunto de seguir siendo yo misma pero al desnudo y con estrías. Porque lo más terrible del desnudo no es ese que nos mira con ojos de lujuria, sino esa que no nos mira pero que nos critica todo el tiempo la lonja acumulada, las carnes blandas, los alones caídos, lo imperfecto de las piernas y la protuberante panza que a ese otro no le importa. Ella es la más terrible crítica y lo que es peor, es nuestra pobre visión de uno mismo, la famosa autoestima.
Porque lo de menos es ser imperfecta, el problema es creerlo y creer que importa serlo o dejarlo de ser. Pero más terrible es aun exponer las imperfecciones y que el otro tenga tan poca delicadeza que ni siquiera explote en carcajadas por la ridiculez, o que salga corriendo horrorizado por la fealdad, sino que simplemente y con rostro indiferente ignore la ofrenda y se vaya así, sin ninguna explicación.
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