Había dejado de lado esta bitácora detallada de mis múltiples actividades que me llevan de un estado emocional a otro pero hoy, justo el día de hoy la retomo para compartir, entender y comprender qué es lo que me está pasando.
Porque escribir se ha vuelto catarsis y la catarsis libera.
Efectivamente hoy he decidido confesar y publicar que tengo un amante.
Podría parecer si estuviéramos en el siglo XIX, una confesión más que una revelación, o la necesidad de liberar la culpa y conseguir perdón, pero en este caso, ninguna de las anteriores aplica, sólo el hecho de decir abiertamente que TENGO UN AMANTE.
Y por qué no confesarlo si he encontrado por fin ese ser maravilloso que me da lo que siempre había soñado en una relación de pareja de esas formales y comprometidas pero no entrometidas; que me da mi tiempo y mi espacio en todo momento y no duda en sorprenderme con sus detalles, sus atenciones, incluso con estas ganas que tiene de hacerme sentir en todo momento como una reyna.
¿Por qué amante y no pareja? Porque es, efectivamente amoroso y cariñoso y por qué no confesarlo también, todo un experto en el terreno sexual.
Pero no se crea que mi necesidad de experiencia es por mi vasto conocimiento en terrenos sexuales, al contrario, mi nulidad frente a su conocimiento me apabulla. Y es que su experiencia es tan sensual, tan erótica, tan suave y relajada que me ha llevado a éxtasis tan increíbles que cualquiera querría tomar nuestras memorias para llevarlas a la pantalla y hacer de una simple peliculita sin chiste toda una obra de arte del erotismo del siglo XXI.
Sí, tengo un amante que me ha llevado al cielo muchos cientos de veces y que atinadamente y en el momento justo me trae de regreso. Es por ello que en este asunto del intercambio de fluidos, me siento como en brincolín, siempre subiendo y bajando pero afortunadamente la diversión nunca termina.
Él es maravilloso, deliciosamente joven e intelectualmente maduro como para entender y entenderme en este no querer ser su algo formal, su necesidad de poseer, su mujer de tiempo completo y únicamente nos compartimos.
Es un hombre muy maduro, tan maduro que me ha enseñado la mayoría de las cosas que se. Pero también es un niño encantador, de esos que a fuerza de querer romper esquemas es y actúa diferente a los chicos de su generación, quien disfruta su vida compartiéndose conmigo y haciéndome sentir lo más importante por sobre todos sus gustos, sus aficiones, sus ambiciones y en fin, yo soy todo para él.
Hasta aquí el discurso podría parecer superfluo o sin sentido, una revelación que no tiene nada de espectacular pero la espectacularidad llega justo a este punto porque si ya confesé que tengo un amanta, ahora toca el turno a la confesión más importante.
He decidido justo en este momento, a ya escasos días de que termine el año, por fin dar a conocer el nombre de este ser maravilloso que me ha cambiado la vida y el semblante, que le dio vida a mi ya muy vivida vida y le ha puesto sus pocos años a los muchos míos o sus muchos años a los tan pocos que he vivido si de experiencia hablamos.
Si, el nombre de mi amante es…
Lo siento, es 28 de diciembre y la inocencia ha hecho presa de mi también. Jijijiji ¡Hoy no presten dinero eh! Y por supuesto, no crean nada ;)
Porque escribir se ha vuelto catarsis y la catarsis libera.
Efectivamente hoy he decidido confesar y publicar que tengo un amante.
Podría parecer si estuviéramos en el siglo XIX, una confesión más que una revelación, o la necesidad de liberar la culpa y conseguir perdón, pero en este caso, ninguna de las anteriores aplica, sólo el hecho de decir abiertamente que TENGO UN AMANTE.
Y por qué no confesarlo si he encontrado por fin ese ser maravilloso que me da lo que siempre había soñado en una relación de pareja de esas formales y comprometidas pero no entrometidas; que me da mi tiempo y mi espacio en todo momento y no duda en sorprenderme con sus detalles, sus atenciones, incluso con estas ganas que tiene de hacerme sentir en todo momento como una reyna.
¿Por qué amante y no pareja? Porque es, efectivamente amoroso y cariñoso y por qué no confesarlo también, todo un experto en el terreno sexual.
Pero no se crea que mi necesidad de experiencia es por mi vasto conocimiento en terrenos sexuales, al contrario, mi nulidad frente a su conocimiento me apabulla. Y es que su experiencia es tan sensual, tan erótica, tan suave y relajada que me ha llevado a éxtasis tan increíbles que cualquiera querría tomar nuestras memorias para llevarlas a la pantalla y hacer de una simple peliculita sin chiste toda una obra de arte del erotismo del siglo XXI.
Sí, tengo un amante que me ha llevado al cielo muchos cientos de veces y que atinadamente y en el momento justo me trae de regreso. Es por ello que en este asunto del intercambio de fluidos, me siento como en brincolín, siempre subiendo y bajando pero afortunadamente la diversión nunca termina.
Él es maravilloso, deliciosamente joven e intelectualmente maduro como para entender y entenderme en este no querer ser su algo formal, su necesidad de poseer, su mujer de tiempo completo y únicamente nos compartimos.
Es un hombre muy maduro, tan maduro que me ha enseñado la mayoría de las cosas que se. Pero también es un niño encantador, de esos que a fuerza de querer romper esquemas es y actúa diferente a los chicos de su generación, quien disfruta su vida compartiéndose conmigo y haciéndome sentir lo más importante por sobre todos sus gustos, sus aficiones, sus ambiciones y en fin, yo soy todo para él.
Hasta aquí el discurso podría parecer superfluo o sin sentido, una revelación que no tiene nada de espectacular pero la espectacularidad llega justo a este punto porque si ya confesé que tengo un amanta, ahora toca el turno a la confesión más importante.
He decidido justo en este momento, a ya escasos días de que termine el año, por fin dar a conocer el nombre de este ser maravilloso que me ha cambiado la vida y el semblante, que le dio vida a mi ya muy vivida vida y le ha puesto sus pocos años a los muchos míos o sus muchos años a los tan pocos que he vivido si de experiencia hablamos.
Si, el nombre de mi amante es…
Lo siento, es 28 de diciembre y la inocencia ha hecho presa de mi también. Jijijiji ¡Hoy no presten dinero eh! Y por supuesto, no crean nada ;)
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