Y bueno, se me podrían aplicar infinidad de calificativos después de tanta historia que sigo acumulando a manera de experiencia pero en este caso no vienen al caso porque éstos no son necesarios aun pese a la redundancia.
Porque si de redundancias hablamos pasamos a las redondeses y las mías que se acumulan me hacen sentir dichosa.
Y no porque crea o piense que este cuerpo es bello así, redondito, pofito, acumulado, sino porque es tanto y tan inmenso y esa inmensidad le da tal intensidad que sigo en esta bonhomía que me caracteriza repartiendo y compartiendo lo único que no me cuesta y que me sobra en grandes cantidades, poquitos de amor.
Aun así el amor verdadero, ese que es completo y llena y hace soñar, ese sigue latiendo tan intenso como el primer día y mi objeto de amor, pasión y deseo sigue haciendo esa química maravillosa que nos deja con necesidad de más aun y cuando el agotamiento nos quite las ganas, pero no la necesidad.
Y sigo hablando en presente y sigo hablando de nosotros porque hasta el día de hoy sigo pensando que ese a quien amo me adivina y lo adivino, sigo sintiendo que siente a la par y cada beso que le robo y cada caricia que le arrebato la siento mía y así, se que él siente lo mismo, o al menos finge muy bien jijiji.
En fin, el día de hoy y después de muchos días sin hacer de este diario mi diario vivir, puedo sentirme satisfecha y llena de vida de la vida de poca vida de ese que me entregó su vida, al menos momentánea y puedo asegurar que si no fue feliz con la felicidad que le he obsequiado, no fue porque me haya puesto mezquina con el obsequio, al contrario, pródiga en afectos y colmada de mieles como acostumbro para aquél que se atreve a ponerse atrevido conmigo, eso si, no se vaya a pensar que el atrevimiento es promesa de repetición, al contrario, casi nadie ha podido contar de ese privilegio.
Los años dan vida, pero cuando son escasos, también dan energía.
Porque si de redundancias hablamos pasamos a las redondeses y las mías que se acumulan me hacen sentir dichosa.
Y no porque crea o piense que este cuerpo es bello así, redondito, pofito, acumulado, sino porque es tanto y tan inmenso y esa inmensidad le da tal intensidad que sigo en esta bonhomía que me caracteriza repartiendo y compartiendo lo único que no me cuesta y que me sobra en grandes cantidades, poquitos de amor.
Aun así el amor verdadero, ese que es completo y llena y hace soñar, ese sigue latiendo tan intenso como el primer día y mi objeto de amor, pasión y deseo sigue haciendo esa química maravillosa que nos deja con necesidad de más aun y cuando el agotamiento nos quite las ganas, pero no la necesidad.
Y sigo hablando en presente y sigo hablando de nosotros porque hasta el día de hoy sigo pensando que ese a quien amo me adivina y lo adivino, sigo sintiendo que siente a la par y cada beso que le robo y cada caricia que le arrebato la siento mía y así, se que él siente lo mismo, o al menos finge muy bien jijiji.
En fin, el día de hoy y después de muchos días sin hacer de este diario mi diario vivir, puedo sentirme satisfecha y llena de vida de la vida de poca vida de ese que me entregó su vida, al menos momentánea y puedo asegurar que si no fue feliz con la felicidad que le he obsequiado, no fue porque me haya puesto mezquina con el obsequio, al contrario, pródiga en afectos y colmada de mieles como acostumbro para aquél que se atreve a ponerse atrevido conmigo, eso si, no se vaya a pensar que el atrevimiento es promesa de repetición, al contrario, casi nadie ha podido contar de ese privilegio.
Los años dan vida, pero cuando son escasos, también dan energía.
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