Últimamente he estado haciendo lecturas de temas tan diversos pero que a final de cuentas me llevan a lo mismo.
¿La felicidad nace o se hace?
Y de repente me encuentro con historias de mujeres que por circunstancias han llegado a la carcel y en ella encuentran después de una vida llena de tristeza, golpes, violaciones, insultos y pobreza, un lugar que por extraño que parezca, les da compañía, cariño, incluso seguridad.
Es curioso cómo entonces se puede encontrar la felicidad en lugares tan insospechados en donde las carencias están a la orden del día y las necesidades se cubren con pláticas carcelarias, manualidades, cursos de superación, creencias religiosas, encuentros emocionales de terapia dentro de las instalaciones, todo menos lo que todos los que gozan de libertad buscan desesperadamente "bienes materiales".
Entonces caigo en la cuenta de que el tan llevado y traido "Sueño Americano" es más que un slogan mercantilista consumista, es todo un estilo de vida que se va incrustando en la mentalidad del colectivo y encontramos afirmaciones tales como:
"Me sacrifico para que ustedes tengan todo lo que necesitan y sean felices, pero yo no soy feliz".
"Mi trabajo es castrante y mal pagado, pero ya llegará el tiempo en que sea feliz y disfrute lo mucho que me estoy sacrificando".
"Ahora no soy feliz con la pareja que tengo, pero llegará un día en el que cambie (la pareja por supuesto) y todo será diferente".
"Nunca he sido feliz con mi marido (esposa), pero es que así como estoy (viej@, cansad@, con hijos, descuidad@, ¿quién me va a querer? Mejor me quedo aquí donde ya se cómo es el asunto.
"Yo soy más fregon@ que nadie, todos son unos inútiles y por eso me tienen envidia y me echan la mala vibra, por eso no soy feliz, por eso todo me va mal, por eso no consigo lo que quiero, por eso...."
Y así podría seguir citando frases de aquí y de allá en donde todos sacrifican, todos se quejan pero en el momento en el que se hace la reflexión de: "Y por qué si sabes sacrificarte no mejor te sacrificas para ser feliz y dejas de sufrir para ganarte serlo", la reacción generalizada es a la defensiva y con respuestas rápidas de que no se quejan, de que pese a todo han logrado muchas cosas (ojo, acumulamiento de bienes), que su familia, esa que no los hace felices, ellos si son felices y eso es más que suficiente y en fin, que el círculo se vuelve espiral y es el cuento de nunca acabar respecto a qué es primero, si la gallina del sacrificio o el huevo de la felicidad que nunca termina de empollarse.
Probablemente mi filosofía de vida no sea ni la más acertada ni la más atinada. Es más, puedo decirlo sin temor a equivocarme que ha sido un acumulamiento de ideas, dichos y enseñanzas que he tomado de todas aquellas personas que de alguna forma han ayudado de buena o mala manera a poner su granito para llevarme a donde ahora me encuentro y hacerme como soy.
Por eso, a manera de listado y no por ello están en orden de importancia, puedo anotar mi visión de la felicidad.
1.- La felicidad no es esporádica o por etapas, mucho menos momentanea, es tan perene como quiera uno que sea y es un estilo de vida.
2.- Mi felicidad no depende de lo que me rodea, mucho menos de lo que tengo y obtengo, siempre depende únicamente de mi y como diría mi buen amigo Arturo, siempre viene de dentro.
3.- Puedo partirme el alma en el trabajo, obtener un sueldo mísero, trabajar turnos de 10, 11 y hasta 12 horas y no por ello soy más o menos feliz, al contrario, creo que el trabajo es trabajo pero cuando nos gusta lo que hacemos, se convierte en satisfacción y además con gratificación. Creo que por ello he logrado reconocimiento en mis empleos y no necesariamente sueldos estratosféricos, sino compañeros de trabajo que se han convertido en verdaderos amigos y compañeros de vida después de los mismos trabajos.
4.- En consecuencia del punto anterior. Creo que un muy buen empleo no garantiza una buena calidad de vida en muchos aspectos. Te da dinero, recursos, estatus, prestigio e incluso que te digan Ingeniero, Contador o Licenciado, pero nunca te dará la felicidad que causa el llegar a un lugar y que todo mundo te salude, que todos te vean con una sonrisa y que pese al paso del tiempo, puedas regresar a esos empleos y te sigan extrañando, saludando, queriendo como persona.
5.- No cambiaria un muy buen puesto con alta remuneración y veinte personas a mi cargo por esa hora que comparto con mi hijo de regreso del colegio en donde platicamos, nos peleamos, discutimos, inventamos historias y nos hacemos cómplices. Me hace más feliz su sonrisa que una pantalla de plasma...
y por último.
6.- Ojo, no estoy diciendo que no quiero una pantalla de plasma, una notebook, un juego para el wii y muchos viajes por toda la república y por que no, también en el extranjero. Nada más digo que no quiero morir por todo esto y sí que voy haciendo labor de hormiga para conseguirlo. Eso si, sin sacrificar mi propia felicidad que no se incrementa o decae cuando no tengo todo esto, al contrario, son simples satisfactores que si están me gustan y los utilizo hasta terminármelos, y si no están, tampoco muero por ellos.
Parecerá supongo mi texto muy ingenuo y hasta caer en la inocencia de quien piensa que la felicidad si existe. No es ni una ley ni una regla ni mucho menos.
Tengo una buena amiga que he visto en compañía de sus hijos y quien ha sacrificado salidas, horas de sueño, vida social, en fin, miles de cosas para darles a esos hijos que adora una mejor calidad de vida de la que tuvimos cuando nosotras éramos niñas y es un placer verla cómo juega con sus hijos y de verdad se divierte con ellos.
Se que ella ha encontrado este punto en donde pese al sacrificio, ha sabido ser feliz y darle la justa medida a sus esfuerzos, sin renegar de lo que no ha podido hacer y compensando esta falta de tiempo en cantidad con poco tiempo de calidad con ellos.
Así es que no es satanisar el consumismo, es entender que incluso siendo consumistas, se puede encontrar la felicidad perene.
En fin, ahí está el comentario.
¿La felicidad nace o se hace?
Y de repente me encuentro con historias de mujeres que por circunstancias han llegado a la carcel y en ella encuentran después de una vida llena de tristeza, golpes, violaciones, insultos y pobreza, un lugar que por extraño que parezca, les da compañía, cariño, incluso seguridad.
Es curioso cómo entonces se puede encontrar la felicidad en lugares tan insospechados en donde las carencias están a la orden del día y las necesidades se cubren con pláticas carcelarias, manualidades, cursos de superación, creencias religiosas, encuentros emocionales de terapia dentro de las instalaciones, todo menos lo que todos los que gozan de libertad buscan desesperadamente "bienes materiales".
Entonces caigo en la cuenta de que el tan llevado y traido "Sueño Americano" es más que un slogan mercantilista consumista, es todo un estilo de vida que se va incrustando en la mentalidad del colectivo y encontramos afirmaciones tales como:
"Me sacrifico para que ustedes tengan todo lo que necesitan y sean felices, pero yo no soy feliz".
"Mi trabajo es castrante y mal pagado, pero ya llegará el tiempo en que sea feliz y disfrute lo mucho que me estoy sacrificando".
"Ahora no soy feliz con la pareja que tengo, pero llegará un día en el que cambie (la pareja por supuesto) y todo será diferente".
"Nunca he sido feliz con mi marido (esposa), pero es que así como estoy (viej@, cansad@, con hijos, descuidad@, ¿quién me va a querer? Mejor me quedo aquí donde ya se cómo es el asunto.
"Yo soy más fregon@ que nadie, todos son unos inútiles y por eso me tienen envidia y me echan la mala vibra, por eso no soy feliz, por eso todo me va mal, por eso no consigo lo que quiero, por eso...."
Y así podría seguir citando frases de aquí y de allá en donde todos sacrifican, todos se quejan pero en el momento en el que se hace la reflexión de: "Y por qué si sabes sacrificarte no mejor te sacrificas para ser feliz y dejas de sufrir para ganarte serlo", la reacción generalizada es a la defensiva y con respuestas rápidas de que no se quejan, de que pese a todo han logrado muchas cosas (ojo, acumulamiento de bienes), que su familia, esa que no los hace felices, ellos si son felices y eso es más que suficiente y en fin, que el círculo se vuelve espiral y es el cuento de nunca acabar respecto a qué es primero, si la gallina del sacrificio o el huevo de la felicidad que nunca termina de empollarse.
Probablemente mi filosofía de vida no sea ni la más acertada ni la más atinada. Es más, puedo decirlo sin temor a equivocarme que ha sido un acumulamiento de ideas, dichos y enseñanzas que he tomado de todas aquellas personas que de alguna forma han ayudado de buena o mala manera a poner su granito para llevarme a donde ahora me encuentro y hacerme como soy.
Por eso, a manera de listado y no por ello están en orden de importancia, puedo anotar mi visión de la felicidad.
1.- La felicidad no es esporádica o por etapas, mucho menos momentanea, es tan perene como quiera uno que sea y es un estilo de vida.
2.- Mi felicidad no depende de lo que me rodea, mucho menos de lo que tengo y obtengo, siempre depende únicamente de mi y como diría mi buen amigo Arturo, siempre viene de dentro.
3.- Puedo partirme el alma en el trabajo, obtener un sueldo mísero, trabajar turnos de 10, 11 y hasta 12 horas y no por ello soy más o menos feliz, al contrario, creo que el trabajo es trabajo pero cuando nos gusta lo que hacemos, se convierte en satisfacción y además con gratificación. Creo que por ello he logrado reconocimiento en mis empleos y no necesariamente sueldos estratosféricos, sino compañeros de trabajo que se han convertido en verdaderos amigos y compañeros de vida después de los mismos trabajos.
4.- En consecuencia del punto anterior. Creo que un muy buen empleo no garantiza una buena calidad de vida en muchos aspectos. Te da dinero, recursos, estatus, prestigio e incluso que te digan Ingeniero, Contador o Licenciado, pero nunca te dará la felicidad que causa el llegar a un lugar y que todo mundo te salude, que todos te vean con una sonrisa y que pese al paso del tiempo, puedas regresar a esos empleos y te sigan extrañando, saludando, queriendo como persona.
5.- No cambiaria un muy buen puesto con alta remuneración y veinte personas a mi cargo por esa hora que comparto con mi hijo de regreso del colegio en donde platicamos, nos peleamos, discutimos, inventamos historias y nos hacemos cómplices. Me hace más feliz su sonrisa que una pantalla de plasma...
y por último.
6.- Ojo, no estoy diciendo que no quiero una pantalla de plasma, una notebook, un juego para el wii y muchos viajes por toda la república y por que no, también en el extranjero. Nada más digo que no quiero morir por todo esto y sí que voy haciendo labor de hormiga para conseguirlo. Eso si, sin sacrificar mi propia felicidad que no se incrementa o decae cuando no tengo todo esto, al contrario, son simples satisfactores que si están me gustan y los utilizo hasta terminármelos, y si no están, tampoco muero por ellos.
Parecerá supongo mi texto muy ingenuo y hasta caer en la inocencia de quien piensa que la felicidad si existe. No es ni una ley ni una regla ni mucho menos.
Tengo una buena amiga que he visto en compañía de sus hijos y quien ha sacrificado salidas, horas de sueño, vida social, en fin, miles de cosas para darles a esos hijos que adora una mejor calidad de vida de la que tuvimos cuando nosotras éramos niñas y es un placer verla cómo juega con sus hijos y de verdad se divierte con ellos.
Se que ella ha encontrado este punto en donde pese al sacrificio, ha sabido ser feliz y darle la justa medida a sus esfuerzos, sin renegar de lo que no ha podido hacer y compensando esta falta de tiempo en cantidad con poco tiempo de calidad con ellos.
Así es que no es satanisar el consumismo, es entender que incluso siendo consumistas, se puede encontrar la felicidad perene.
En fin, ahí está el comentario.
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