He llegado a la conclusión de que me gustan los hombres de bigote. Creo que un buen mostacho tiene mucho qué ofrecer en una relación.
Hay bigotes anchos, otros delgados, pero todos hacen cosquillas al besar, segunda cosa que me encanta (los besos por supuesto).
Los bigotes niños apenas y despuntan, pero le dan cierto aire de madures al portador, los anchos y obscuros, me hacen pensar en un hombre serio, muy formal, los delgados me evocan, no se por qué, la imagen de un Don Juan empedernido, será porque Pedro Infante casi siempre portaba bigote escaso.
¿Pero qué es lo interesante de un bigote además del marco que le da al rostro del portador?
Como ya lo dije, de principio el beso, que se vuelve toda una experiencia erótica cuando va unido a un buen bigote, las sensaciones tan intensas que puede tener la piel cuando ese mismo bigote recorre con besos pequeños toda la anatomía, el sentir un suave rose en cualquier parte del cuerpo con esa escobetilla puede incluso ser el pase al cielo.
El bigote tiene vida propia, guarda sabores, gustos, es todo un arte comer y no llevarlo sucio, la técnica del pase labial por él para limpiarlo no ha pasado desapercibida para mi. En un bigote se guarda el olor a perfume cuando ha pasado por un cuello bien perfumado, conserva el olor a tabaco cuando pertenece a un fumador, incluso alguien me contó: “todavía conservo el olor de su sexo en mi bigote”. Si, un bigote tiene vida propia y guarda sus propios olores así como invita a la remembranza, pero no podemos dejar de lado que también puede ser delator si el aroma del perfume encontrado en él no es el de la pareja.
El portador de un buen mostacho le rinde todo un tributo, el tener un buen bigote requiere mantenimiento constante y muchos cuidados y atenciones, algunos nada más lo despuntan, otros le dan forma, lo peinan, hay quienes incluso se resisten a admitir que el tiempo ha pasado por su bigote y lo tiñen, lo pintan de todavías, o quien incluso acude a barberías (supongo que todavía existen), para darle los mimos y atenciones que merecen.
He conocido caballeros que nunca se han desprendido de su encanto, no se si por miedo a sentirse vacíos sin él o porque no reconocen su rostro si no es con el bigote y por otro lado, también hay muchos que lo utilizan para cambiar, se lo quitan, se lo dejan, se lo vuelven a quitar. ¿Será esto algún extraño caso de personalidad múltiple? ¿O al menos doble?
Mi bigote favorito tiene el marco perfecto, pertenece a una cara amable, mirada triste, sonrisa franca. Guarda celosamente unos labios sensuales, deseables, besables, me gusta porque es natural, sin tintes ni tiñas, (al menos he convencido al portador de que así lo deje), porque creo que así como está refleja fielmente la sabiduría de quien lo porta. Mi bigote favorito, el que me comería a besos, me encanta porque guarda en su interior al hombre más inteligente que he conocido, a aquel que sabe más de todo y escribe como sabe, con el corazón.
Comentarios
Tienes que leer un cuentito llamado el bigote, de Guy de Maupassant, se hace una remembranza precisamente a este tema. Te va a gustar.
Saludos y sigue escribiendo.
Tienes que leer un cuentito llamado el bigote, de Guy de Maupassant, se hace una remembranza precisamente a este tema. Te va a gustar.
Saludos y sigue escribiendo.