Ella era virgen y no era que se sintiera particularmente orgullosa de su condición, simplemente nunca había tenido la oportunidad de estrenarse. Así se había conservado por muchos, muchísimos años. Y tampoco era que no quisiera, mucho menos que no se le antojara, simplemente era una cuestión que todavía no se había podido resolver, como ella siempre lo había soñado. Ese día fue como todos, aburrido, absurdo, incluso para ella nada alentador, ya que como muchas otras veces, ni siquiera el tiempo había alcanzado para darse una manita. Así llegó la noche, luego la madrugada y todo ocurrió tan inesperadamente que de momento se le olvidó que hasta ese día, nunca había sentido las arremetidas del amor sobre ella. El alcohol, la euforia ¿tal vez el amor? Quién lo sabe y a quién le importa. Los pliegues de desarrugaron, los amantes se entregaron en esa danza en donde la pasión, la entrega, las ganas y los cuerpos desnudos y deseosos se encontraron y ella dejó su virginidad e hizo del amor un a...
Mis historias de todo y de nada